Los Perjuicios

 


El prejuicio es un juicio social que viola el principio de racionalidad, así como los valores humanos de la justicia y la humanidad. Según el principio de racionalidad, el fundamento para juzgar a otras personas es el conocimiento más seguro y probado.

 

Los prejuicios violan este principio de racionalidad, mediante el juicio prematuro sin un conocimiento más preciso de los hechos, mediante la adhesión rígida y dogmática a juicios erróneos, al no reconocer contraargumentos válidos, y por falsas generalizaciones. Precisamente, los prejuicios son persistentes porque a pesar de los argumentos contrarios, nos cuesta cambiar de opinión. Básicamente, porque nuestros juicios son generalizados y usualmente solo reflejan nuestro punto de vista.

 

Por otra parte, la justicia nos advierte que debemos tratar a todos por igual. Sin embargo, el prejuicio lo que hace es tratar a personas o grupos de manera diferente. El propio grupo es juzgado por estándares diferentes que otros grupos. Los prejuicios carecen de una consideración justa de las circunstancias particulares, en las cuales los miembros de otros grupos exhiben ciertas cualidades y comportamientos.

 

Por último, el prejuicio socava nuestra humanidad. El valor humano es reducido o descartado por la intolerancia y el rechazo del otro como un ser humano. El prejuicio carece de una empatía positiva con otras personas. Dé esta manera, qué tan prejuiciosos somos depende de qué tan racionales, justos y humanos somos. Asimismo, alcanzar un equilibrio dependerá del cultivo de estas virtudes: racionalidad, justicia y humanidad.

 

Ahora bien, la capacidad para pensar, por sí sola, no posee el poder para acabar con los prejuicios, también necesitamos una alta dosis de empatía. Es un hecho que los prejuicios hacen nuestro mundo más llevadero, pero también son la causa de los problemas más profundos que enfrentamos como humanidad. Estamos prestos a luchar por nuestros intereses más no por nuestros derechos, y mucho menos por los derechos de otro ser humano que piensa o siente diferente a nosotros.

 

Nuestra crisis está en el mundo y en nuestra conciencia. Las respuestas están tanto en lo externo como en lo interno. Tenemos que ser serios y responder de manera total, si no respondemos a esa crisis, a ese reto, sólo aumentaremos consciente o inconscientemente la crisis misma y la inmensidad del dolor. Reflexionemos si nuestro punto de vista es correcto o incorrecto, justo o injusto, humano o inhumano. Todos tenemos derecho a cambiar de opinión. Nunca es tarde para aprender a convivir.

Julián Enrique García Cuté

6to. Perito Contador

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